
Una carne asada es mucho más que poner alimento al fuego: en el norte de México es un ritual semanal para compartir con amigos y familiares cercanos.
Como una mujer que nació y creció en Ciudad de México, creí que conocía la carne asada a la perfección.
Sin embargo, no fue sino hasta que viajé por todo el estado de Sonora, desde Nogales en la frontera con Estados Unidos hasta Navojoa, en el extremo sur de la región, que pude vivir la verdadera experiencia de la carne asada al estilo norteño.
En un puesto de tacos de cualquier otro lugar, la carne asada es solo carne a la parrilla. Pero en Sonora, una carne asada es la reunión semanal con amigos y familiares, con este plato al centro de todo. Cada componente recibe un trato casi reverencial: desde los platillos (la carne, la salsa, los frijoles, el guacamole que nunca lleva limón, las tortillas de harina ultrasuaves) hasta su preparación (cocinar, hacer los tacos) y la función de cada participante (el parrillero, sus parientes, los invitados).
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Finding the Soul of Sonora in Carne Asada
A carne asada goes far beyond grilled meat: In the Mexican state of Sonora, it’s a weekly ritual, a tight-knit gathering of friends and family.
As a Mexican born and raised in Mexico City, I thought I knew my carne asada.
But it wasn’t until I traveled across the state of Sonora, from the border city of Nogales to Navojoa, in the southern part of the region, that I had a true taste of the northern-style carne asada experience.
At a taco stand anywhere else, carne asada is grilled meat. But in Sonora, a carne asada is the weekly gathering of friends and family, with the dish at its heart. Every component — from the dishes (the meat, the salsa, the beans, the smashed guacamole never with lime, the pillowy-soft flour tortillas) to their preparation (the cooking, the taco assembly) to everyone’s role (the parrillero, or grill master, his family members, the guests) — is treated with almost reverence.